En Campo de los Andes, departamento mendocino de Tunuyán.
A temprana edad conoció el gimnasio Julio Mocoroa, de Paco Bermúdez. Allí empezó a aprender y a desarrollar una técnica de boxeo por demás científica “pegar, sin dejarse pegar”. Estilo que le dio el título de maestro. Nacía la relación simbiótica Locche-Bermúdez que haría historia en el boxeo argentino.
Tras 122 combates en el campo amateur debutó como profesional en diciembre de 1958. Su primera pelea la ganó por nocaut, algo que no sería común en su carrera, su fuerte no era su pegada.
Tres años después de su debut obtuvo el cinturón de campeón argentino de los livianos ante el cordobés Jaime Ginés. El día de la pelea el mítico estadio Luna Park lucía colmado. Empezaba el romance con el coloso de Corrientes y Bouchard.
Fue el boxeador que más estética le aportó al boxeo, su cintura privilegiada le permitía esquives que dejaban en ridículo al contrincante. En ocasiones y cuando se recostaba en las sogas -algo que hacía con maestría- cruzaba palabras con algún cronista o simplemente un guiño de ojos. Todo esto mientras eludía golpes.
Nicolino fue un artista que había convertido el drama en magia. Todo ese bagaje de habilidad además de inédito lo llevaron a convertirse en el ídolo mas grande del boxeo argentino. Nicolino o “El Intocable”.
Ver una pelea de Nicolino en el Luna Park llegó a convertirse en una quimera para el mucho público que lo seguía. La gente llegaba en caravanas. Para conseguir una ubicación había que hacer filas interminables y desde horas tempranas.
El plan ideal de un sábado a la noche era ir al Luna Park a ver a Locche y después cenar en los restaurantes de los alrededores. El ring side era invadido por las personalidades de la noche porteña. Mujeres bellas y elegantes. Hombres ataviados de lujosos trajes. Ambos, rociados de caros perfumes se situaban en el lugar más cercano al ring para ver al ídolo.
Su página de gloria la escribió en Japón, aquel 12 de diciembre de 1968, cuando se coronó campeón mundial de los welter junior, versión AMB al vencer al hawaiano Paul Fuji.
Esa noche Nicolino mostró todo su repertorio de conocimientos técnicos y con un estado físico ideal le gano con amplitud al local. Lo demolió psicológicamente de tanto hacerlo errar y contragolpear con el jab -su golpe predilecto-.
Nicolino con esquives y manejo del centro del ring le quitó el dramatismo propio de una pelea por el título mundial y la reemplazó con la belleza estética que había empezado a aprender con “Don Paco”. Había llegado a la cúspide de su carrera.
Después de seis defensas de su titulo en marzo del 72 lo perdió en Panamá ante el local Alfonso “Pepermint” Frazer. No volvió a recuperar la corona.
Se retiró de la práctica profesional en agosto de 1976. El lugar elegido fue San Carlos de Bariloche en el famoso Hotel Llao Llao cuando le ganó al chileno Ricardo Molina Ortiz por puntos. Fue la ultima vez que un ring gozó de las destrezas del “Intocable”.
Su vida se apagó el 7 de septiembre del 2005.
Aunque Chico Novarro lo inmortalizó en su canción «Total esta noche, minga de yirar, si hoy pelea Locche en el Luna Park».
Por: Daniel Reinoso – Fútbol y Multitudes